Lorraine Caputo es poeta documental, traductora y escritora de viajes. Sus obras han sido publicadas en más de 400 revistas en Canadá, Estados Unidos, América Latina, Europa, Asia, Australia y África; tales como: Canadian Dimension, Prairie Schooner (EEUU), Revista Máquina Combinatoria (Ecuador), Bajo Otros Cielos (España), Borderless Journal (Singapur), Cordite Poetry Review (Australia) y Praxis Magazine (Nigeria). También se ha publicado 23 poemarios de sus versos, incluyendo El mar de nuestras vidas (Calabozo, Venezuela: Cooperativa Taller Guardatinajas, 2006), In the Jaguar Valley (Chicago, EEUU: dancing girl press, 2023) y Caribbean Interludes (Origami Poems Project, 2022). Su verso fue honrado por el Poeta Laureado Parlamentario de Canadá (2021) y su narrativa ha sido nominada por el prestigioso premio estadounidense Best of the Web. Caputo ha realizado más de 200 lecturas literarias, desde Alaska hasta la Patagonia. Ella viaja por América Latina, escuchando las voces de los pueblos y la Tierra. Siga sus viajes en: www.facebook.com/lorrainecaputo.wanderer y http://latinamericawanderer.wordpress.com.
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Lloro por la noche, Entre Ríos, Esperanza,
Siempre el viento, La lluvia llega
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Lloro por la noche
Esta noche veo el incendio
subiendo la falda del volcán
como lava
acercándose a estos hogares
sin sueño
el olor de madera quemada
pasto quemado, matorrales
alpinos quemados arden
el cielo
Y al otro lado
del valle …
y un tercer fuego salvaje hacia el sur
y otro … y aun otro
Y más allá del lado
lejano del valle, cuando
se partan las nubes
columnas hinchadas de ceniza acre
vienen desde las profundidades
de otro gigante ardiente
Esperamos, esperamos
por la explosión
desde el corazón de la tierra
desde el enojo / la rabia indígena/a
juntándose en la sierra
y la selva
Esperamos, esperamos
silenciados por decretos
Y en la ceniza de
incendios y volcanes
y en la ceniza de
hogares quemados
Lloro por la noche
que ha ocurrido
en esta tierra
˷ ˷
¿Por qué está
la luna llena nuevamente esta noche
detrás de esas nubes quebradas
como hilos tejiéndose en el cielo
rompiéndose y deshilachándose
en algún viento
que arranca techos de lata
los clavos esforzándose
para prevenir su vuelo
por esta noche fría, silenciosa
el viento aullando por grietas
y por chimeneas
Algo está sucediendo
algún destino nos espera …
¿Por qué está la luna
llena otra vez esta noche?
˷ ˷ ˷
Desde mi terraza
solía observar el sol
atado a la loma
al otro lado de este valle
En el Inti Raymi
montando hacia la falda norteña
En el Kapak Raymi
cayendo hacia la falda sureña
Pero ahora parece
que jamás viaja hacia el sur
Pienso en la advertencia de los ancianos inuit:
Las estrellas se han movido…
Y lloro por la noche
***
Entre ríos
He mirado el sol
levantarse y ponerse
entre estos ríos
Rayos rebanando
los azules de los cielos
colores pálidos lavando
los horizontes
y aguas
claras en el
crepúsculo del amanecer
oscuras en la noche que se acerca
neblina a la deriva
corrientes tranquilas
He mirado el sol
levantarse y ponerse
acá, entre ríos
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Esperanza
—inspirado por una escultura por
Fernando Calvo
Ahí estás sentada, viejita
en tu silla de lona
Tu espalda, tus trenzas rectas
con la esperanza
Un chal arropa tus encorvados hombros
Tú cruzas por los tobillos
tus piernas varicosas
Pies descalzos engrosados por el tiempo
plantados sobre esta tierra
trabajando en los campos
caminando a través de toda una vida
por temporadas polvorosas y secas
por temporadas de lluvia y de lodo
cuidando a un esposo perdido
parada en el río
tallando la ropa contra las rocas
con esas manos inválidas por la artritis
descansando sobre tus rodillas
Un dedo índice un poco levantado
como listo a decir algo
Tus brazos adelgazados
la piel pegada al frágil hueso
Tus pechos vencidos por la edad
Esperas con un gesto decidido
que se colapsa
en arrugas
La mirada firma, clavada
cruzando la sala
Te sientas, dura y silenciosa
en pose congelada
ahora verde con los años
de tu paciencia
Esperando
¿Esperando qué?
Esperando tal vez la llegada del cartero
trayendo una carta o trayendo dinero
de tu hijo emigrado
al gran país del norte
Esperando por tus nietos a que te rodean
y escuchen la historia que tú miraste pasar
Esperando a que el sol salga
o que se ponga
otro día de vida, gracias a Dios
Esperando, viejita, en tu tiempo de bronce
a que la inevitable muerte
llegue
***
Siempre el viento
El viento
revuelve olas espumosas a través del mar
azul zafiro &
turquesa verde
cerca de la orilla sembrada de concha
El viento
azota la pálida arena
sobre el malecón
amontonándola alrededor de
bancos y estatuas
En el medio de
ese viento
me siento, sintiéndolo
lanzar mi pelo
& mi piel
***
La lluvia llega
La calle principal de este pueblo que fue una hacienda se abre hacia la plaza.
Patio arqueados la rodean.
Al norte está la iglesia, blanca y dorada, sus puertas cerradas.
~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
Dos muchachas jugaban a la pelota, cayó de las manos de una de ellas
y rodó a través de la calle empedrada.
Una madre empujaba a sus dos hijos en un columpio que crujía.
Al atardecer, ella los llevó con sus manos agarrada de sus hombros
y regresaron a casa.
Y me paré bajo de los árboles, mirando estas escenas vespertinas.
El sofocante día se estaba enfriando con una brisa suave.
La refresquería se cerró con un suave tantán al cerrar las contraventanas,
y con un buenas noches.
Unos hombres se sentaron en las bancas de concreto situados al otro lado
de a calle.
Sentí unas gotas de lluvia – imaginaria, estaba segura –
y me fui adentro.
Pero el viento batió la tierra seca por cinco meses.
Las vainas transparentes de los árboles giraban hacia las puertas abiertas.
Relámpagos pulsaron y rebajaron el cielo.
Truenos lejanos voltearon.
Y la lluvia llegó en una tormenta que duró varias horas,
apagando el calor fuera de temporada de este verano.
Y luego, en las tempranos horas de la mañana, la lluvia cayó otra vez.
~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
Esta noche cae un chaparrón otra vez más o menos una hora después del anochecer.
La lluvia se derrama desde las tejas.
Dos caballos se paran tranquilamente atados a una columna bajo un portal.
Un chavalo anda por ese camino, comiendo una barra de chocolate.
Un perro amarillo codicia la envoltura que se mece entre los dedos del muchacho.
Por una puerta abierta fluye la música de una guitarra y de voces juveniles.
Una luz brilla débilmente en su patio.
Los brazos rechonchos de Luis abrazan el cuerpo de su instrumento.
A través del patio de un vecino una tortuga se zarandea hasta las plantas mojadas.
Y aquí en mi cuarto, un sapo salta.
Él se sienta con las patas zambas mirándome.
Su cuello, grueso y de un blanco cremoso, se dobla con cada aliento.