Danny Yecid León Moncada (Bucaramanga, 1990). Se desempeña como director del Encuentro Internacional de Poesía de Bucaramanga. Textos suyos han aparecido en diversas revistas, tanto nacionales como del extranjero. Fue incluido en el libro Espejos de doble filo, antología binacional de poesía sobre la violencia, Colombia – México (Ediciones Atrasalante). Preparó las antologías La voz alucinada y La oscuridad tras el relámpago (Ediciones UIS). Ha publicado los libros Momento del decir (primer puesto en el VIII Concurso Internacional Buenaventuriano de Poesía), Cantar de bruma (Ediciones UIS), Desde estancias habitadas (Premio internacional de Poesía Editorial Praxis 2014) y Canción para abrir una jaula (VIII Premio Nacional de Poesía Universidad Industrial de Santander-2016). Recibió la beca Artistas Jóvenes Talentos Icetex- Ministerio de Educación. Fue finalista del II Premio Nacional del Festival Internacional de Poesía de Medellín.
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Por las palabras
algunos hombres
son condenados
Unos hablan
y mienten
otros nombran
y derrumban lo construido
Muy pocos logran
con su voz
encarnar la belleza
Suerte la de los mudos
que con su silencio
les es otorgada
la inocencia.
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Para que un espejo exista
necesita de alguien
que se refleje
en su clara superficie
Podríamos
si así lo deseáramos
conjurarnos contra ellos
y no mirarnos jamás
Entonces los espejos
perderían su memoria
De igual manera
nosotros también
habríamos de olvidar
nuestro rostro
Por este miedo al olvido
es que cada mañana
hombre y espejo
se recuerdan
con la mirada.
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Empieza la lluvia
Abro mi mano
y sobre la palma desnuda
cae una gota de agua
Con asombro
la veo brillar
pero se desvanece
Entonces
cierro mi mano
Queda solo su recuerdo
entre la piel
Y eso es todo
lo que he podido
arrebatarle al cielo.
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Durante la mañana
escuché el golpe del hacha
contra un árbol
El ruido desgarrado
me llegó como presagio
Alguien apilaba troncos
y ramas florecidas
a la vera del camino
Por la tarde
cesaron los golpes
y el árbol cayó vencido
En su lugar quedó
un vacío de hojarasca
y esta nostalgia
de que nada
es para siempre.
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Para Silvana Gómez Olejua
Caminando
por la arboleda
encontré un pájaro
moribundo
Lo tomé en mis manos
y acaricié su plumaje
hasta que dejó
de respirar
Al llegar a casa
escribí este poema
donde ahora
late su corazón.
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Poner el oído
sobre el pecho
de un pájaro moribundo
Y escuchar como
poco a poco
se silencia el poema.
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El pájaro huye
Se refugia
entre la niebla
Nosotros
a tientas lo seguimos
Caminamos
hacia donde no sabemos
Solo la esperanza
de su canto
guía nuestros pasos
Y así la existencia
Un pájaro extraviado
que nos llama
desde las sombras.