Robbie Gamble: Poesía estadounidense

Versión al español de María Del Castillo Sucerquia (Barranquilla, Colombia)

FIGURES

Ancient cave, cup of shade
a scoop in the canyon wall

the entrance littered with flattened
cans of Red Bull, tattery t-shirts,

a limp knapsack
silvering in the sun.

You can feel the fatigue
of those who rested here,

one more toehold
on the claw toward El Norte.

If they raised their eyes to the ceiling
they might have seen

two ochre stick figures, hand-in-hand,
looking down on them—

how many centuries,
how many passers-by,

O’odham people bearing
squash and castor beans

from Sonoran highlands
south to the Gulf of California

returning with dried fish
in labyrinthine baskets,

succession of feet carving paths
up and down the Mesoamerican spine.

In the cool of the evening, this generation
will reshoulder their burdens

head past the sacred mountain on the left,
northward towards the bulge of Kitts Peak

bristling with crazy gringo devices
for watching and listening to the stars,

and somewhere up there
a ship named Voyager

inscribed with a man and a woman
and its path through the planets

slides further on
from home.

FIGURAS

Cueva antigua, taza de sombra,
una copa en la pared del cañón;  

la entrada llena de aplastadas
latas de Red Bull, camisetas andrajosas,

una mochila plateada y
desgastada por el sol.

Sientes la fatiga de los
que aquí descansaron,

un punto más en
la garra hacia El Norte.

Si levantaron la vista hacia el techo
pudieron haber visto dos figuras a palito,

color ocre, tomadas de la mano,
observándolos desde arriba.

Cuántos siglos,
cuántos transeúntes,

gente O’odham que lleva semillas
de calabaza y ricino

desde las altas tierras de Sonora,
hacia el sur, hasta el Golfo de California,

y regresa con pescado seco
en cestas laberínticas,

en una sucesión de pies tallando caminos
arriba y abajo de la columna mesoamericana.

En la frescura de la tarde, esta generación
volverá a montarse sus cargas al hombro

pasando la montaña sagrada a la izquierda,
hacia el norte, hacia la protuberancia de Kitts Peak,

erizada de locos dispositivos gringos
para observar y escuchar a las estrellas,

y, en algún lugar, allá arriba,
un barco llamado Voyager

que, con la inscripción de un hombre
y una mujer y su camino

a través de los planetas,
se desliza más lejos de casa.





RELOCATION

After breakfast, someone spotted a rattlesnake sunning between the clinic tent and the kitchen, maybe two and a half feet long. We gave it a wide berth but the four Honduran patients who came in last night got all excited, grabbed sticks and a shovel, herded the snake into a drywall bucket and slammed a lid on. Big discussion ensued about what to do with the snake. E. said most desert reptiles will die if moved more than a mile from their familiar habitat. Further discussion weighing our livelihoods against that of the snake. Finally, a consensus to transport the bucketed snake to a comfortable gully about a mile north of camp. E. volunteered to drive; I got up on the truck bed with the bucket. I kept the lid clamped under my thighs as we bumped along a dry wash, trying not to listen to the indignant rattles of my captive passenger. About a half-mile out of camp, a Border Patrol chopper popped up over a ridge and buzzed us close, twice, scanning for migrants. E. kept on driving and I rehearsed what I would say if they landed and asked to see what we were carrying in the bucket. But they pulled away and we arrived safely at the gully. A quick lid-pry, and I gingerly pitched the disgruntled snake over the edge into his new environs.

REUBICACIÓN

Luego del desayuno, alguien vio una serpiente cascabel, de unos dos pies y medio de largo, tomando el sol entre la carpa de la clínica y la cocina. Le hicimos un gran desvío, pero los cuatro pacientes catrachos que vinieron anoche se alteraron tanto que agarraron palos y una pala, metieron a la serpiente en un cubo de yeso y cerraron la tapa. Hubo una gran discusión sobre qué hacer con la serpiente. E. dijo que la mayoría de los reptiles del desierto mueren si se alejan más de una milla de su hábitat familiar. Después, vino más disputa sopesando nuestro sustento contra el de la serpiente. Finalmente, consensuamos transportar a la serpiente hacia un adecuado barranco a una milla hacia norte del campamento. E. se ofreció como voluntario para conducir, yo me subí a la plataforma del camión con el cubo. Mantuve la tapa sujeta debajo de mis muslos, mientras andábamos a trompicones por el lavado seco, tratando de no escuchar los ruidos de indignación de mi pasajero cautivo. A media milla del campamento, un helicóptero de la Patrulla Fronteriza apareció sobre una cresta y se nos acercó dos veces buscando migrantes. E. siguió manejando y yo ensayé lo que diría si aterrizaban y pedían ver lo que llevábamos en el cubo. Pero se alejaron y llegamos sanos y salvos al barranco. Palanqueé rápidamente la tapa y, con cautela, arrojé a la serpiente descontenta por la orilla hacia su nuevo hogar.






HELLO KITTY BACKPACK

Ajo, Arizona

I came upon you
twelve miles from the nearest paved road.

Prim magenta bow above one
ear unblinking face
tipped up into the sun
from your peppermint pink zippered pocket.

Kitty, surely you must know
all things in the desert fade and crack
but you seem serene
one paw raised, a demure shrug.

It’s one-hundred-and-ten degrees today
hushed but for the pulse in my ears
the clink of a kicked rock.

You are so petite.

A change of clothes, a liter water bottle
would overwhelm your empty belly.

Kitty, I don’t want to know
the story of this destination
and as for your travel

companion,

MOCHILA HELLO KITTY

Ajo, Arizona

Me encontré contigo
a doce millas de la carretera pavimentada más cercana.

Un lazo delicado y magenta sobre la oreja
de un rostro sin pestañear,
inclinado hacia el sol,
en tu bolsillo con rosada corredera.

Kitty, seguro sabes que
todas las cosas en el desierto se desvanecen,
pero luces tranquila,
con una pata levantada, un recatado encogimiento de hombros.

Hace ciento diez grados hoy, en silencio,
excepto por el pulso en mis oídos,
el tintineo de una roca pateada.

Eres tan pequeña.

Una muda de ropa, un litro de agua
abrumarían tu barriga vacía.

Kitty, no quiero saber
la historia de este destino
y en cuanto a tu

compañero de viaje,





A CAN OF PINTO BEANS

Just below the ridgeline saddle
tossed to the side of the trail
lying dented among rocks,
bleached label peeled back,
and the downhill-facing end
of the can stabbed through

by some Border Patrol agent’s
Ka-Bar knife, a precise wound
mouldering around the edges,
with filaments wafting down
the corners, no, they’re streams
of tiny ants, crawling in and out,
bearing flecks of nourishment away.

UNA LATA DE FRIJOLES PINTOS

Justo debajo de la silla de montar,
arrojada al costado del sendero,
que yacía abollada entre las rocas,
la despegada y descolorida etiqueta,
una lata de bruces y apuñaleada

por el cuchillo Ka-Bar de algún agente
de la patrulla fronteriza, un corte preciso
que se desmorona alrededor, con los
filamentos ondulándose en las esquinas,
no, son filas de pequeñas hormigas
que serpentean dentro y fuera,
y se llevan lejos las migas.



ROBBIE GAMBLE (Estados Unidos). Es poeta, editor y trabajó como enfermero. Sus poemas han aparecido en Atlanta Review, Poet Lore, RHINO, Salamander y The Sun, entre otras revistas. Fue ganador del premio Carve Poetry y de la beca Peter Taylor en el Taller de Escritores de Verano de Kenyon. Tiene una Maestría en Bellas Artes de la Universidad de Lesley y se desempeña como editor de poesía en Solstice: A Magazine of Diverse Voices. Robbie trabajó durante veinte años como enfermero practicante en el programa Boston Health Care for the Homeless. Durante varios veranos se ofreció como voluntario para el grupo No More Deaths/ No Más Muertes, brindando apoyo médico y material a los migrantes que cruzan las zonas peligrosas del desierto de Sonora, en la frontera entre México y Arizona. Ahora divide su tiempo entre Boston y Vermont.

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