Poesía internacional: Mariafé Escajadillo Rebaza (Perú)

Mariafé Escajadillo Rebaza (2003, Lima). Desde muy pequeña le gusta escribir y dibujar. Todo lo que tiene que ver con crear y referente al arte es su mayor afición. Ha participado en distintas convocatorias, como la que realiza Editorial Autómata de Perú. Ha participado en varios talleres de poesía y escritura creativa. Posee un poemario electrónico titulado «Début de l’amour», alojado en Lektu, con el sello de Editorial Autómata. Ha participado de distintas antologías. En el 2023 partició de la FIL con un texto en homenaje a César Vallejo y cuentos sobre la inteligencia artificial. Viene participando de distintos eventos literarios en la Casa de la Literatura Peruana y en distintas ferias del libro. Publica sus escritos, periódicamente, en la plataforma Watppad con su seudónimo «M4r14f3». De igual manera, en sus redes sociales sube sobre contenido propio sobre escritura, dibujo, creaciones y todo lo relacionado a la novela que está elaborando. Tiene un blog llamado «Mariafeescritos» donde también sube contenido.

***

Acerca del fin de nuestro mundo ideal

No sé qué escribir.
Me siento aturdida y lejana.
Me atormenta el tan solo existir.
Me atolondra esta falsa calma.

Observo a mi alrededor cómo todos pueden continuar.
Quisiera tener la fortaleza que tanto les sobra.
Corriendo tras lo que quieren, sin mucho pensar.
No se detienen a mirar lo que no les estorba.

Ahora, heme aquí, escribiendo acerca de ti.
Justamente del único al que nunca creí tener que decirle adiós.
Dime, ¿por qué se destiñeron los colores que con ilusión pintamos?
¿Este no es otro de los escenarios que ya atravesamos?

Yo te creí un cómplice de ensueños.
Nuestras fantasías corrían por la misma dirección.
Te sentía más que mi amigo, mi eterno compañero.
Aun presintiendo que esas solo eran maneras de llenar tu corazón.

Un simple instante, convertí en mi universo galopante.
Un preciso momento se tornó en mi cruel tormento.
Surgían heridas en medio de la incesante alegría.
Lágrimas caían y, con la felicidad, las confundía.

Tarde me di cuenta que era en vano.
Cuando ya mi alma se despedía en la miseria.
Cuando ya mi sangre moría en mis venas.
Porque más duro fue seguir y seguir intentando.

Si de un tajo hubiera cortado este suplicio,
ahora no me lamentaría en mi cruel sacrificio.
No debería herirme, pero es tan triste romper el encanto.
Se siente tan inútil continuar cuando solo está el quebranto.

Duele romper con un mundo, con nuestro mundo.
¿No se supone que lo sentiste aunque sea por un segundo?
No debería dolerme. No debería dejarme inerme.
Solo que, cuando en tu corazón lo que más amas se destruye,
hasta remedio tiene la muerte.

***

Misiva para un ángel

Aun no logro aceptar esta situación como mi realidad.
Me es menos difícil pensar que te fuiste y que no volverás.
Porque cuando empiezo a sentir, prefiero no respirar.
Quisiera que la tiniebla de mi horizonte le abra el paso a mi verdad.

No suelo apelar por lo simple,
pero ya me es cansado mirar de frente al dolor.
Cuánto más profundo caigo,
menos me doy cuenta del error.

Intentar es demasiado
cuando se callan las campanas del recuerdo de tu voz.
Duele creer que cierro los ojos,
sin poder creer en el engaño que esconde un adiós.

Estuve extrañando aquellos tiempos,
donde lo que me parecía terrible, ahora me llena de nostalgia.
Quisiera volver a vivir.

Estuve pensando en todos aquellos momentos que tuvieron nombre,
aquellos que la vida rescata.
Quisiera volver a sentir.

Tu recuerdo me lleva de la mano a otra época
Aquella donde iniciaba la parte más interesante de mi historia
Apareciste cual revuelo en corazón de poeta.
Creaste la huella que se impregna en el corazón y la memoria.

Eras la sonrisa que nos aguardaba tras el nuevo amanecer.
Aquella casualidad que traería fragancias de nobleza a nuestra cotidianidad.
Eras quien primero se desprendió de las ataduras del mundo y su qué dirán.
Llenaste de alegría, huecos fragmentados con pesar.

Eres el amigo que se va.
Despliega ante mí tus alas, para ya nunca aterrizar.
Eres quien mi alma se resiste a olvidar
Debiste regalarme un segundo, uno antes de continuar.

Espera, ¿no fuiste quien me enseñó a nunca parar?
Qué pequeños somos al creer
que tendremos por siempre sus palabras para escuchar.
Detente, ¿no me recordarás lo que debo olvidar?
Supongo que un paso más es lo único que me faltó otorgar.

Lleva estas palabras hacia tu descanso de paz.
Tal vez no tenga mucho qué decir,
pero sí demasiado por sentir.

Te recordaremos como la más linda de las compañías
que pudimos encontrar.
La que apareció en medio de todas las adversidades
de lo que sería nuestra vida antes de ti.

***

Estoy terminando de empezar

¿En qué momento se quiebra la fortaleza?
Ya estoy cansada de quedar siempre con el mismo rol.
No quiero continuar dando rienda suelta a mi peor versión.
Debo luchar, así deba enfrentarme a mi naturaleza.

La nobleza con la que actúa me supera.
Siento morir cada vez que mi coraza titubea.
Ella sabe abrazarme cuando me siento parte de la oscuridad.
Creo perderlo todo mientras mi mayor miedo se hace realidad.

Quiero sentir que no estoy arruinando todo lo que construí.
Al fin y al cabo, solo me tengo a mí.
¡Y pensar que hago de todo para sanar!
Pero por cualquier motivo, mis emociones se refugian en el azar.

Creo que debo detenerme y, mi desamparo, contemplar.
Seguir pensando en ello solo me hará colapsar.
Mejor desconecto y busco otra opción.
Quizás no todo lo que doy es lo que realmente soy.

***

A la primera persona

Sé que no suelo hablar mucho de personas.
Soy más de perderme en mis conceptos,
en el profundo mundo de lo irreal.

Sé que apenas recuerdo ciertos nombres
y, a lo mejor, fue hasta hoy que pude empezar.
Pero también sé que soy de guardar anhelos antes de aprender a soltar.

Quizás, por eso, el recuento se vuelve interminable cuando procuro avanzar.
Llegado el momento de encarar lo que un día creí mi verdad,
me corresponde mirar atrás sin perder el norte de mis pasos.
Devolver unos segundos, antes de regalarme el tiempo que extraigo.

Esto va para el primero:
El que apareció y mis cimientos desestabilizó.
Aquel que me mostró la calidez que alberga mi corazón.
El mismo que supo ver las cadenas que callaban el eco de mi voz.
Quien me enseñó que debo dejar de ocultarme, si me quiero conocer yo.

Para él, quien me ayudó a ver la mejor versión que nunca quise mostrar.
Por enseñarme que, en medio de mi oscuridad, aún existía brillo.
A él, a quien le permití abrir su corazón y, en el camino, cerré el mío.
Por haber sido él, la única razón por la que quise postergar nuestro final.

A ti, Primero, con quien compartí momentos que siempre permanecerán.
Aunque ya no con el mismo sentido, ni con la misma intensidad.
No obstante, la gratitud es la mayor constante.
La prueba de que en mi vida, una etapa marcaste.

Esto va para ti, en nombre de cada plática que descifraba nuestra historia.
Dejándonos ver el extraño avance de cada capítulo.
Para ti, que preferiste guardar mi mirada y no seguir la confusa dedicatoria.
Pues mientras más subíamos, más profundo caíamos.

A ese primero, quien me acompañó a soñar,
mientras aún no existía una realidad por superar.
Para él, quien quiso cada una de mis lágrimas enjugar,
sin saber que aparecieron solo cuando se decidió apartar.

Para ti, Primero. Tú me ayudaste a hallar mi vulnerabilidad.
No quisiste hacerlo: Pero, sin heridas, no hubiera descubierto mi verdad.
Y aunque buscamos evitarlo, finalmente me recordaste olvidar.
Todo lo que intentamos no surtió efecto, pero eso no le quita lo real.

A ti, por haberme enseñado el camino de regreso a casa,
cuando nuestras miradas terminaron por decirlo: Todo acaba.
A ese primero, quien me dejó la única opción de amarme,
antes de siquiera intentar comprender a alguien.

Dedico estos versos, regalo estas prosas:
Se los entrego a esa primera persona.
A quien inventé y a quien me acostumbré a perder.
Esto va para el primero. El que se fue.

***

Perdónate, mamá

Tienes una mirada celestial.
De esas en la que puedo perderme y volverme a encontrar.
De aquellas en la que nunca dudarías en confíar.
Con ella me dices que Todo pasará.

Tus abrazos me llenan de verdad.
Cuando intento ocultarme de mis sombras, más allá.
La calidez de tu comprensión me abraza. Siempre estás.
Para mí y para todos los demás.

Hace cuánto que me conoces.
Me apena recién aprender a escuchar nuestras voces.
Ojalá pudiera habértelo dicho antes:
Eres más de lo que reconoces.

Ojalá pudieras verte como yo te veo.
Así de guerrera, así de elegante.
Tan fuerte y sensible, tan digno admirarte.
Tus sueños son tan reales, los veo flotando en el aire.

Cuánto quisiera que no te juzgues y te miraras nomás.
Que así como nos comprendes, te entendieras más.
Tal como nos perdonas, que te liberes ya.
Que te des más de ese amor que das a los demás.

No te has dado la oportunidad de fallar.
Pues cuando sucede, te reprochas sin cesar.
Ni siquiera te permites estar mal.
¿Cuándo es que te vas a escuchar?

Perdónate, mamá.
Por todo lo que querías lograr.
Por las veces que luchaste y sentiste no poder más.
Aun así nunca dejaste de intentar.

Perdónate, mamá.
Por todas las expectativas que quisiste alcanzar.
Por todo lo que te indicaron que sería tu felicidad.
Por las veces que confiaste y te volvieron a fallar.

Compréndete. Un corazón como el tuyo no se vuelve a encontrar.
Quien te daña, se pierde a sí mismo sin poderte derrotar.
Porque tú eres luz, aquella que alumbra su propia oscuridad.
No te avergüences; eres pureza y, a la vez, humanidad.

Porque nadie sabía lo que tú sufrías.
Cuando tus decisiones les sorprendían.
Tú sola tuviste que por tu paz luchar.

Por todas esas heridas que jamás quisiste generar.
Porque a pesar de lo mucho que te lastimaron,
siempre quisiste ser mejor de lo que pudiste experimentar.
Porque siempre quisiste curarnos, nunca dejé de ver tu mano.

Por las veces que de tan saturada que estabas, con nosotros renegabas.
Cuando tenías tanto en tu mente y parecías no prestar atención.
Por las veces en que tu cansancio, en nosotros desahogo hallaba.
Nunca te entendimos como necesitabas.

Nunca fue tu intención, solo quisiste lo mejor de ti darnos.
Y así quieras evitarlo, en todo gran camino hay tropiezos.
Por todas las veces que sentiste que no lo hiciste tan bien.
Te juro que nadie podría haberlo hecho mejor.

Porque si te hubieras tenido a ti misma como mamá,
nunca hubieras coleccionando tantas cicatrices.
Porque si yo hubiera sido quien te tuviera como hija,
jamás sabría hacerlo como lo haces tú.

Por todo lo que lloraste, sintiéndote que merecías pasarla mal.
Aquí vengo a abrazarte, a decirte que eso pronto acabará.
Eres vida y como tal, mereces lo mejor y nada más.

En este día no quiero regalarte solo poesía.
Hoy quiero que instaures una promesa para ti misma.
Nada de lo que ha sucedido te define.
No eres tu pasado, eres quien ahora lucha por seguir avanzando.

La madre perfecta no existe, pero existes tú: Una mujer real.
La mejor madre que nos habría podido tocar
Por eso y muchas razones más, perdónate mamá.

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