Francisca Riquelme Vergara, mi seudónimo es Fran Riquelme Vergara. Nacida el 2006 en Chile. En el colegio siempre le gustó la asignatura de lenguaje, hace unos años ganó en un concurso literario con dos de sus obras, estas fueron publicadas en un libro de minicuentos del colegio al que asistió. Desde que tiene memoria ha sido una persona muy sensible al arte, también suele estar bastante tiempo soñando despierta, y así, es como se dio cuenta de que tenía mucha imaginación y necesitaba plasmarla en una hoja de papel. Quisiera poder ayudar a los demás con su imaginación y sentimientos, así como le ha ayudado a ella, quiere que sientan la misma emoción al leerla que ella siente al escribirla. En base a todo esto, decidió crearse un perfil en la red social Instagram (@_cuandohablaelcorazon) en donde comparte algunos de los pensamientos y emociones que pasan por su mente y corazón.
***
¿Algo más confundido que mi corazón?
Mi corazón está sufriendo al aceptar que te fuiste, pero a la vez ilusionado esperando tu regreso. Salta de la emoción al verte caminar, pero se entristece al darse cuenta de que no vas caminando hacia mí. Baila al recordarte en las canciones de amor, pero pierde el equilibrio al recordarte en las de desamor.
***
Buscándote
Busco tu rostro en las calles
me fijo en cada detalle
quiero mirarte
pero mis ojos no logran encontrarte
no logran encontrarte por ninguna parte.
Deseando poder hablarte
te dedico todo mi arte.
Deseando poder tocarte
lágrimas salen que me destrozan parte por parte.
***
El parque
En el parque juegan los niños, y mi corazón por más noble que sea, no hay resbalín por el cuál deslizarse, y por más niño que tú seas, no te da derecho a jugar con el corazón que, alguna vez decidió amarte.
***
Fantasma
Tu fantasma me atormenta… a veces se hace presente en una canción y a veces en una imagen fugaz de tu rostro, a veces en un atardecer y a veces en un amanecer, a veces en una palabra y a veces en un latido de mi corazón…
***
Metamorfosis
Somos como las mariposas; primero estamos atrapados en nuestro capullo, en una oscuridad que parece interminable, pensando que nunca saldremos de aquel lugar tan aterrador. Luego, nuestro capullo por fin se rompe, y somos libres, como las mariposas.
Y es ahí cuando entendemos, que era necesario sentirnos atrapados, para luego poder volar y estar en paz.
Revista Kametsa 