Poesía internacional: Arturo Hernández (México)

Arturo Hernández Fuentes (1982) es un escritor de Monterrey, N.L., ha colaborado y publicado desde el 2007 con revistas y periódicos de México, Colombia, Argentina, España y Rumania. Desde el año 2011 forma parte del equipo de la revista literaria europea “Horizonte Literario Contemporáneo” como colaborador externo honorario en México. En marzo de 2017 sería incluido en el Diccionario de Escritores de la revista. Sus columnas de opinión y parte de su trabajo literario, han sido traducidos a varios idiomas entre ellos rumano, francés, inglés y coreano. Es integrante del colectivo “NANAJ” y miembro del Gremio Literario CONARTE. Ha escrito los libros “77 Los últimos recuerdos de una vida pasada” (2014), *Aurora- “La chica que le disparó al Sol” Vol. 1 (2016) y Estación Kimura (2018). Ha sido incluido en las antologías “Fatídico 13” de Poetazos (2017), la “Antología Poética X Aniversario” del Colectivo De Carne y Verso (2018), “Festival Internacional Grito de Mujer” (2019), la antología del “Primer Encuentro Internacional de Poetas y Escritores” de La Casa de la Cultura de Cadereyta Jiménez, N.L. (2019) y en el poemario del 7mo Aniversario de Anaquel Literario “Lazos de palabras” en España (2020). Actualmente se encuentra trabajando en la edición completa de *Aurora, en su podcast “Desde la estación” en Spotify y como corrector de estilo para la casa editora “El parlamento de las aves”. Además de organizar los eventos literarios “Letras en vivo” e “Historias y poesía en vivo” con la intérprete poética Rossy Almaraz.

El Theremin no me hará llorar

Estaba sentado en el mismo lugar al que a veces regreso con la única intención de que suceda de nuevo. A veces llueve, otras hace demasiado frío pero aún hay gente que viene y va con el pasar de las horas.

   Estoy seguro que a pesar de las probabilidades, una se tiene que dar y veré por fin su cabello de plata entrar por la puerta frontal anunciando que no todo fue en vano.

   No sé cuánto tiempo pasó, pero no he olvidado que en la radio sonaba Clara y su cisne, ese cisne que me jode la vida cada vez que suena y escucho su melodía que me lleva a ese momento una y otra vez.

   Era un día como cualquier otro en donde solo pensaba en terminar el libro que nunca escribí y que se llevó mis ideas más lejos de lo que pude ver. Mientras viajaba alrededor de los segundos, ella atravesaría la puerta y me olvidaría de todo.

   Describir como lucía no es necesario cuando los fragmentos de mi mente solo recuerdan su figura, aquella que no se borra ni con el pasar de los años.

   Nunca escuché el tono de su voz, pero de haberlo hecho ese sonido se hubiera convertido en el más bello del mundo.

   Al mismo tiempo que la observaba beber de su café, pensé en más de dieciséis formas de hablarle sin parecer un extraño de los que se acercan tartamudeando y con la batalla perdida antes de empezar.

   Cuándo por fin encontré en mis pensamientos una buena idea, me levanté de mi asiento con una seguridad desconocida hasta ese momento pensando que no podía fallar, esperando que ese fuera el inicio de una gran historia que le contaría a mis nietos en el ocaso de mi vida y que ellos aunque no lo comprendieran sabrían que fueron parte de algo muy especial, aún antes de haber nacido.

   Pero lo único que logré fue derribar a la mesera tirando por accidente todas sus cosas al piso, una vez que me disculpé y le ayudé con el breve desastre, retomé mi camino, pero ya se había ido y a pesar de que intenté ver hacía donde, al salir por la puerta solo vi un montón de gente caminando en cualquier dirección, como ella minutos antes lo habría hecho.

   Desde ese entonces hice una promesa, bueno en realidad dos, la primera era que cuando volviera a ver a alguien como ella, no esperaría tanto para hablarle, no importando como terminará todo, y la segunda fue que el sonido del theremín no me haría llorar, lamento solo haber podido cumplir con una de esas dos

-Escrito por: Arturo Hernández Fuentes – Aparece en el libro “Estación Kimura” (2018)

***

Si pudiera abrazar al mundo

Una bomba estalla al otro lado del sol,
las calles se vacían y por un momento
no hay nada más que silencio…
Hasta que este se quiebra por las secuencias
que aparecen en tu mente.

La sonrisa de un amigo
que te extendió su mano
cuando más la necesitabas.

Los sueños de un niño
que no tenía nada que perder
y que los viste convertirse en realidad,
con el paso del tiempo.

La hazaña del regreso de tu equipo
cuando todo parecía perdido
y muchos le dieron la espalda,
pero menos tú, aunque estuvieras
a cientos de kilómetros de distancia.

Las últimas palabras de tu abuelo
que aunque ya no eran para ti, las conservaste,
porque estabas dentro de la conversación,
sin que él lo supiera.

Los incontables paseos con tu mascota
en el parque, que perecía que iban
a durar para siempre.

Y el día en que la mirada de ella,
en medio de toda esa gente te alcanzaría
y se sentarían juntos empezando una historia
que iría más allá de lo que se considera especial.

Son los protagonistas
del último gran show de la Tierra.
Y te das cuenta que un minuto de silencio,
nunca va a ser suficiente.

Si pudiera abrazar al mundo, lo haría.
Porque de esa manera,
quizá más gente estaría convencida
de que cosas como esas,
no se pueden recuperar.

-Escrito por: Arturo Hernández Fuentes – Aparece en el libro “Estación Kimura” (2018)

***

4900 días

Los sueños que despertaron
el alma del viento
cuando la luz se agotó
por la cárcel de las sombras,
permitieron tu escape.

Pero no fue memorable como esperabas,
te llevaste cosas que no eran tuyas
y una bolsa llena de imágenes,
de huellas imborrables y momentos
que no volverás a tener.

Hoy ya no hay un solo sonido
que guarde las historias que se extinguirán
dentro de tu desgastado corazón.
Como los días que erróneamente, dejaste ir.

-Escrito por: Arturo Hernández Fuentes – Aparece en el libro “Estación Kimura” (2018)

***

Las horas egoístas

Sus caminos distantes te dejan cansado
y de dar pasos sin dirección,
te dejas caer al suelo.
En lugar de levantarte duermes
y las horas regresan a ser tuyas.

Despiertas y no ves nada,
solo escuchas su nombre,
más fuerte que antes.
Pero esto ya no te inquieta
y vuelves a pensar en el puente.

Tus días se detienen cada que respiras
y esto hace que no puedas concéntrate del todo.
Si por ti fuera el tiempo tendría una sola garantía,
esa que te ayudaría a estar seguro de lo que es vivir.

Te levantas de nuevo y caminas,
esta vez no te detienes
y la sonrisa en tu rostro no se borra,
porque sabes que los pasos son suficientes
para llegar hasta ahí.

En el presente llegas a la orilla
sin cargar nada, sin creer en nadie,
sin sueño…

Y al final de la historia
el puente se hunde,
al saber que no soportará
el peso de tus ojos vacíos
mirando fijamente al mar.

Escrito por: Arturo Hernández Fuentes – Material inédito (2021)

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